«Me despisto en el camino hacia el cielo, y Dios, que tanto me ama, pone a mi lado un compañero con el que tengo una relación personal. Le escucho y le cuento en el silencio mis preocupaciones sabiendo que se las presenta al Señor y me ayuda. ¿Cómo no  tenerle en cuenta? Gracias a mi Santo Ángel de la Guarda porque desde que le hago más caso, siento más presente al Señor y su presencia, ya que lo más importante para mí es llegar a gozar de su compañía en el cielo»

«A partir de que en unos Ejercicios Espirituales me hablaron de la presencia real del Angel de la Guarda se despertó en mí un deseo de conocerle mejor. El año pasado tuve un incidente de tráfico.  Acudí a la última charla del curso con el ánimo por los suelos. Se sentó una mamá con un niño con síndrome de Down junto a mí. Apoyó su cabecita en mi brazo y permaneció durante toda la charla como si me conociese de toda la vida.  Al final de la charla se incorporó, me miró fijamente y me preguntó si estaba bien. Le mentí y le dije que sí y él entonces me miró con mucha dulzura  y me sonrió. Sentí una gran paz, siempre he pensado que mi Ángel de la Guarda y el suyo se pusieron de acuerdo porque desde entonces he tratado este tema con mucha paz»